Me encuentro preparando las entrevistas que aparecerán en la próxima edición del libreto de feria, un trabajo que me han pedido desde la Delegación de Fiestas y que he aceptado de forma desinteresada. Estoy también escribiendo un texto dedicado a mi amigo y compañero Juan Ramírez y, ciertamente, me está costando bastante trabajo.
El pasado Martes estuve charlando, largo y tendido, con José Olmo «El Chico« -que también aparecerá en el libreto- y me resultó bastante gratificante. Está consiguiendo bastantes cosas en el mundo del cante, se está marcando unos objetivos y su carrera artística se le presenta muy interesante.
Siempre me ha gustado escuchar a la gente que sabe bastante de algún tema en concreto y que da la posibilidad a otros de aprender. Sin ir más lejos, cada vez que su padre, Manuel Olmo «El Cojo Coripeño», se acerca por la radio y se sienta a contarme tal cantidad de anécdotas y vivencias, disfruto como un niño pequeño. Ambos, según pienso, no han tenido nunca el reconocimiento que se merecen. Hacemos uso del dicho; nadie es profeta en su tierra. Mucha gente de nuestro municipio piensa que, tanto Manuel como su hijo José Olmo, son cantantes de feria y se equivocan en demasía. «El Cojo Coripeño» tiene una trayectoria inmejorable dentro del flamenco y su hijo va por el mismo camino. No olvidemos que este último ha estado presente en el Festival de las Minas, el segundo más importante a nivel nacional.
Pero a lo que iba, disfruto como el que más cuando, tanto uno como otro, me cuentan las vivencias que han tenido y tienen dentro del mundo del flamenco, la basura que también hay -como en toda casa de vecino- y lo feliz que se encuentra, en el caso de José Olmo, de todo lo que le está pasando este año.